Decidieron
soltar la mano a las que fueron, tiraron su vieja vida por la ventana y se pusieron
a caminar en dirección a las que son cuando ningún enfado ni ninguna mala mueca
ni ningún miedo las aleja de lo que sienten. Se olvidaron los ajustes de
cuentas mutuos y juntas le ajustaron las cuentas al presente dándose todo lo
que a veces se negaban, acercándose la una a la otra sin tanques ni trincheras. Se
contaron los temores mutuos, se quitaron los disfraces, se bajaron del autobús
de la apariencia y mostraron sus debilidades, sus anhelos, sus ganas mutuas de
convertir sus vidas en un tren de largo recorrido para dos, en un paisaje en
compañía. Y se bajaron. En primer lugar de sus cabezas,
después de las historias que un día oyeron sobre las líneas que deben pisar los
amores convencionales. Se bajaron de las palabras de todos aquellos que afirman esquetodossoniguales, esquetodassoniguales. Porque se supieron
únicas cuando entendieron que el Amor solo tiende puentes cuando dos no se
hablan con la cabeza sino con el corazón, cuando juzgar se convierte solo en una palabra de seis letras que cae por
el desagüe. Así se bajaron de sus rencores, de los que sentían hacia todos aquellos
que un día les fallaron. Y en sus paladares, como una aspirina de vocales y
consonantes se fueron disolviendo todas las palabras que un día fueron creadas
para huir del entendimiento, todas las líneas de soldados, todos los sábados
con forma de derrumbe, todos los pasados que acababan en disputa. Así
lo consiguieron. Ambas
saben que esta pureza no es eterna, que de vez en cuando habrá que
renovarla,
para subir un escalón más, hacia un nuevo y mayor entendimiento, que
habrá nuevas caídas pero serán breves si toman esa patria mutua llamada Amor como punto de partida. Ambas lo
saben y así lo harán. Harán lo que haga falta para llegar a un nuevo puerto
juntas, siendo más grandes. No puede ser de otro modo cuando dos se Aman